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Evo en México


Pronto México se liberará.
Evo Morales

La reciente visita de Evo Morales a México resulta una gran oportunidad para sopesar los avances de los variados movimientos de resistencia que existen en el país (zapatistas, amloístas, APPO, SME, etc) y las estrategias políticas que la izquierda ha venido desarrollando en los últimos años. Un movimiento emanado desde las bases populares y que logró articular un eficiente y sólido movimiento de masas que llevó a la presidencia a Evo es un modelo idóneo desde el cual reflejarnos y llevar a cabo los pertinentes ajustes y críticas. El mismo Evo en su discurso hizo un señalamiento importante que la izquierda mexicana debe de tomar en cuenta y reflexionar en toda su profundidad: “pasar de la resistencia a la toma del poder”. La toma del poder político es siempre el pináculo de cualquier movimiento revolucionario o popular. La toma del poder no necesariamente implican las armas, la historia ha mostrado que cuando existe un bloque común y fuerte que logre conjuntar los deseos y exigencias de amplios sectores sociales el poder puede arrebatarse por medios no violentos.

En el caso de la izquierda mexicana ésta se ha estancado en dos formas de práctica política que no han podido entrecruzarse y permanecen a veces, incluso, como antagónicas entre sí. Por un lado existe un amplio movimiento de resistencia desde diversos sectores del sindicalismo, organizaciones sociales y el encabezado por AMLO. Estos movimientos se encuentran fuera del ámbito institucional-formal y por ello su supervivencia es el resultado de su capacidad para poder innovar formas de protesta que logren contener las iniciativas del gobierno calderonista, su punto fuerte es la relación directa con las masas, el pueblo, los ciudadanos. Sus canales de comunicación están orientados en atraer y agrupar contingentes de masas que puedan darle un peso político a sus movimientos. Precisamente a partir de los cómos de estos canales y de las formas novedosas de logar una empatía con las bases populares es que depende que sigan creciendo o muriendo en la inopia social.

El otro extremo lo constituyen los partidos autonombrados así mismos como de izquierda. En éstos, sus causes son los institucionales y a través de ellos apuntan a delimitar o reformar aquellas leyes contrarias a una democratización y participación igualitaria de la sociedad en su conjunto. Sin embargo, desligada de los movimientos populares, esta izquierda se queda anquilosada en el mero formalismo jurídico-político. Se reduce a ser pura forma sin contenido. Esta debilidad de la izquierda institucional es lo que provoca que fracciones en su interior puedan negociar acuerdos que vayan en contra de sus mismos postulados partidarios. No existe un contrapeso popular que oriente lo político en miras de un mayor igualitarismo.

Cuando Evo destaca que es hora de pasar de la resistencia a la toma de poder está planteando que esos dos movimientos hasta ahora antagónicos y que se han venido estorbando el uno al otro, logren imbricarse para que puedan concretar una plataforma política lista para disputar el poder. En términos claros: las masas que insuflan vida a los movimientos resistentes debe dárselo ahora a los partidos, y éstos deben de servir de medios para hacer llegar hasta el poder las demandas ciudadanas. Es claro que esto no es nada fácil. La izquierda institucionalizada se encuentra en sí misma dividida y en pugnas de poder entre sus diversas fracciones. Los movimientos de resistencia aunque a veces coinciden en los principios tampoco han podido congregarse en un plan común. Cada uno hace su lucha separado del otro. Los llamamientos del SME a un paro nacional son por ellos adecuados porque al nivel de la práctica política podría ser el inicio de la conformación de esa unidad que se requiere. Si eso se logra, la participación de los partidos resultaría impactada, pues serían rebasados por amplios movimientos de masas quienes, a fin de cuentas, son los que van a proponer los fines políticos.

Es de desearse que tanto los partidos como los movimientos de resistencia vayan juntos hacia una plataforma política unificada, un verdadero proyecto de izquierda con un programa que tienda al igualitarismo de la sociedad y la democratización de las instituciones. Sin embargo, las peculiaridades propias de nuestro espacio político hacen ver que si bien hay puntos de encuentro (el movimiento de AMLO con ciertos sectores del PRD, el PT y Convergencia) estos no son lo sufrientemente amplios ni sólidos. Las votaciones del 2006 pusieron en evidencia que además del fraude electoral hubo un gran error de organización en el cuidado de la candidatura de AMLO. Si los diversos partidos que encabezaron y promovieron la candidatura de AMLO se hubieran preocupado por formar un gran movimiento ciudadano a la par, el fraude podría haberse contenido. La respuesta multitudinaria de la gente volcada a favor del movimiento de resistencia civil pacifica tras el fraude, muestra que ya existían amplios sectores concientizados y politizados que no fueron aprovechados. Estos errores tácticos ya han sido señalados por otras voces y no se han reflexionado en su justeza. Ahora, parece ser que después de tres años de resistencia esa organización existe, la tarea consiste entonces en vincularlo con las organizaciones formales. En ese sentido hay que interpretar las palabras de Evo de pasar de la mera resistencia a la toma del poder.

Evo logró unidad porque su discurso político encontró eco en la mayoría del pueblo boliviano. El crear el discurso simbólico que represente el sentir, la preocupación y el interés de la gente es un proceso que surge desde la inmediata interrelación con la gente. Calderón y sus protectores han creado un consenso fetichizado, simplemente fantasmático que tiende a erosionarse con los hechos de la realidad. En su momento ellos supieron interpretar el sentir general utilizándolo en contra de la izquierda. La deslegitimización con la que inició el gobierno de Calderón dejó de ser una simple denuncia para tornarse algo completamente real. Fuera de las pantallas televisivas, los discursos del gobierno no convencen, ya no cran cohesión ni consentimiento. Desde ahí la izquierda debe aprovechar ese “hueco ideológico” para sembrar sus propios programas y principios. Las alianzas no deben ser con las mismas clases políticas coaligadas con oscuros intereses ajenos a los ciudadanos. Sería un craso error que la izquierda volviera a darle la espalda a las masas. Con quien debe pactar la izquierda y hacer alianzas para sacar candidaturas viables y legitimadas es con todos los movimientos sociales, populares y ciudadanos que ya existen en el país. Falta aún mucho por hacer y la construcción de una unidad de izquierda parece complicada, pero para logarlo debemos ser claros que la verdadera liberalización del país comenzará cuando la política se deje contaminar por la voz de sus representados: el gobernar obedeciendo.

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Zona de miedo (The Hurt Locker)


La guerra, nos dicen, es la actividad más atroz creada por el hombre. Sin embargo, para otros la guerra representa el modus vivendi que hace posible darle un sentido a su precaria existencia. Cuando en un mundo convulsionado por los intereses económicos y geopolíticos la guerra termina por instalarse en lo cotidiano, no sorprende que ese excepcional modo de ser del hombre termine volviéndose esencial para algunos. Esa es la premisa básica de Zona de miedo de la directora Kathryn Bigelow.

En el convulsionado Irak un grupo especializado en la desactivación de explosivos sirve como marco para explorar las difíciles tensiones entre el país ocupado y los invasores. El día a día de estos soldados quienes en cada misión son conscientes de que puede ser la última, revela un atmósfera carga de hartazgo y desamparo. La directora deja que las acciones de los soldados muestren por sí mismos el duro y asfixiante escenario de la guerra en donde ambos bandos se sientes extraños y al mismo tiempo sometidos al permanente escrutinio y vigilancia entre ellos. En el comando también se hace patentes las fricciones y los decaimientos personales. El soldado James (Jeremy Renner) hace de las misiones un campo de diversiones que llega a poner en peligro la vida de sus compañeros. Su excesivo afán de protagonismo y adicción a la adrenalina hace que sus acompañantes, el sargento Sanborn y el especialista Eldridge, lleguen a cuestionarse el valor de esta absurda guerra y la importancia de sus vidas.

Con fuertes dosis de suspenso y escenas intimistas en las que vemos el auto cuestionamiento de los protagonistas, Zona de miedo no deja de ser, sin embargo, una simple puesta en escena de un momento más de la guerra en Irak. Las convincentes actuaciones y el tono realista de la película no evitan presentar a los iraquíes como simple decorado pasivo de la presencia estadounidense. No hay un cuestionamiento de los factores de la guerra ni se percibe el punto de vista de los ocupados. Hay, eso sí, el cliché de los terroristas malos malos que son capaces, incluso, de usar cuerpos de niños o de gente común para utilizarlos como bombas humanas. Y of course, el soldado americano-buen-samaritano que está dispuesto a arriesgar su vida para evitarlo.

Con todo, la película vale la pena por mostrar la forma en que las relaciones humanas básicas son trastocadas en una situación límite. Aunque esto sólo es perceptible desde el punto de vista del comando americano, porque las interrelaciones entre americanos-iraquíes, sus entrecruces y choques no aparecen. Una película que podemos decir bien hecha, bien dirigida y medianamente buena en cuanto a la propuesta. El trabajo de Kathryn Bigelow se queda en un autoanálisis muy reservado del impacto del conflicto bélico entre los soldados americanos. Más que denuncia o crítica se resuelve en un llamado de atención. No alcanza los niveles de cuestionamiento de otras películas del mismo estilo. En ese sentido, la película habla más al gringo promedio que puede cuestionarse el valor de ir a una guerra que no promete nada, o quedarse en casa a cuidar los hijos y hacer las compras en el supermercado.

La película tienes 9 nominaciones al Oscar, entre ellas la de mejor dirección, mejor película y mejor actor para Jeremy Renner. Veamos qué suerte le depara en la entrega, por lo menos cumple con el mínimo de drama que la sociedad americana siempre está dispuesta a soportar.
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Alianzas: ni contradicciones ni aberraciones


En el ambiguo juego de las acciones políticas sin sustancia, forma o sentido, resulta de especial interés el tema de las alianzas electorales que en estos días ha desatado tanto invectivas como aprobaciones. Los defensores de éstas acuden al relamido argumento de que constituyen opciones de oposición política ante instancias de poder autoritarias y contrarias a la democracia. Los detractores y críticos, si bien tiene el buen tino de señalar la contradicción o “aberración” de dichos pactos, parten del principio equívoco de considerar que esas fuerzas políticas aún tienen una base ideológica sólida y buen fundada. Una contradicción sólo es posible entre dos principios antagónicos, y éstos se presentan así porque constituyen modelos o estructuras cerradas que impide que su contrario la penetre. Cuando esos modelos no tienen totalmente definido su contenido o se ha perdido su sentido que le dé esa fuerza, es imposible hablar de una contradicción. Y apelar al más huero pragmatismo para justificar lo que es solamente un arreglo político entre facciones del mismo poder, sólo es una vana estrategia para querer ocultar lo que se muestra de sobra. Una aberración, en cambio, es un fenómeno que aparece en donde existe un órden o normalidad fijadas. Lo aberrante se salí así de la norma o lo que es.

Las alianzas entre el PAN y el PRD, y en menor medida entre éstos y el PT y convergencia, no son por ellos ni contradictorias ni “aberrantes”, son el simple resultado de los estrechos vínculos de corrupción y prebendas que comparte la política nacional como un todo. Un grupo homogéneo puede contar con fracciones contradictorias en su interior, las cuales mantienen una unidad en tanto la totalidad logre satisfacer los intereses de todas. Cuando esto no se cumple los intereses particulares saltan por encima de la frágil homogeneidad y pone en crisis a la misma. Cuando las distintas fracciones o “tribus” del PRD entraron en pugna por el control del poder del partido, y de esa manera asegurar espacio de acción que les posibiliten beneficios, solamente mostraron que la precaria unidad de los principios ideológicos resultaban insuficientes para mantener la unidad. Entonces cada grupo entra en franco oposición con otra que pueda restarles fuerza y en el fragor de los encuentros, se alían con otras en base a acuerdos de cuotas de poder.

El mismo ejemplo del PRD podemos aplicarlo a la política nacional como un todo. Se necesita ser muy ingenuo para pensar que contamos con partidos políticos, y no más bien con sucursales, variopintas y coloridas, del mismo ejercicio del poder que sólo busca perpetuarse beneficiando a cúpulas, empresarios y políticos que conforman esta casta auto-dirigente. En el seno de los partidos, las fuerzas más progresistas y tendientes al igualitarismo pueden ganar ciertas batallas que le dan un cariz distinto al ejerció político, pero cuando los interés grupales son más fuertes, ni esas fuerzas logran contener el descalabro ideológico y de compromiso de cada uno de los partidos de acuerdo sus principios rectores.

Pongamos aquí un ejemplo ilustrativo de la vaguedad de la argumentación que hace pasar a las alianzas como un asunto serio y de compromiso político. Cuando en las elecciones presidenciales de Francia en 2002 el Frente Nacionalista (FN) dirigido por el ultra conservador Le Pen quedó en segundo lugar de la primera vuelta electoral, se encendieron los focos rojos no sólo en Francia, sino en toda Europa. El FN es un partido de ultra derecha que resalta la xenofobia y el nacionalismo radical. Que un partido de ultra derecha estuviera en posibilidades de acceder al gobierno movilizó a todas las fuerzas políticas de Francia y el candidato opositor a Le Pen, Jacques Chirac, logró articular el consenso de todos los partidos. La izquierda moderada (socialdemócratas) y la radical olvidaron sus diferencias ideológicas con el partido de Chirac –de centro derecha- y conjuntaron un bloque que logró derrotar al FN y Le Pen con un amplio margen de votación. En este caso en particular, los partidos políticos franceses, que cuentan con una sólida ideología y principios rectores bien delimitados, tenían razón de apoyar al partido de derecha de Chirac, aun cuando resultara contradictorio, debido a que el ascenso al poder de la ultraderecha ponía en riesgo la democracia francesa y la libre participación de todas las fuerzas políticas fueran de la tendencia que fueran. Y aquí sí hablamos de contradicción porque los partidos de izquierda franceses tiene programas claros y un sentido pleno de cuáles son sus objetivos una vez en el poder. Con la alianza lograron que Chirac reconociera algunas de sus demandas y formarán parte de su agenda política.

En el caso de las alianzas mexicanas entre la izquierda y la derecha no ocurre lo mismo. El país no corre el peligro de que una fuerza de ultra derecha llegue al poder, al contrario, esa fuerza ya gobierna desde hace dos sexenios. El argumento de que se hace indispensable el acabar con el autoritarismo, el cacicazgo y la corrupción de Fidel Herrera, Ulises Ruiz o de quien se trate en sus respectivos estados resulta cuestionable. Apenas el miércoles se daban a conocer los pactos secretos acordados entre el PAN y el PRI para aprobar el paquete fiscal. Felipe Calderón, quien prometió en campaña meter en cintura a Ulises Ruiz y al “gober precioso” Mario Marín ha dejado, sin embargo, que estos sigan gobernando en la total impunidad y con los consabidos abusos de poder. Podrían enumerarse las distintas ocasiones en que el PAN y el PRI han ido juntos en negociaciones de iniciativas de ley o reformas que van en contra de pueblo. Decir, entonces, que las alianzas son necesarias para detener un PRI autoritario y caciqueril, es simplemente una forma de querer ocultar el verdadero juego de poder que hay detrás.

La verdadera lucha de poder es entre el PRI y el PAN. Éste último ha venido perdiendo fuerza y ante el escenario catastrófico de la economía, ve mermadas sus fuerzas para competir en el 2012. La pérdida de la presidencia es una sombra real para el panismo. El PRI, gracias a los pactos acordados con el panismo, logró incrementar su fuerza e injerencia política. Los cuantiosos recursos con los que se repartió en los estados gobernados por priístas les han permitido movilizar toda una maquinaria política con miras a las elecciones estatales, y como corolario, las presidenciales. De ahí que entre dos grupos enfrentados de una misma clase política, comiencen las tácticas de pactos y alianzas con otras fracciones. El PRD chucho sólo busca poder establecer acuerdos que les permitan seguir al timón del partido, o en caso contrario de que les sean adversas las situaciones, poderse mover con ciertos privilegios asegurados. Los partidos pequeños se apegan a estas alianzas para seguir contando con presencia electoral y las subvenciones económicas que les corresponden. Todo se reduce, en esencia, a sobrevivencia y repartición de privilegios. Que el PRI pueda ser sacado de los estados en que gobiernan de manera autoritaria, no garantiza la plena democratización de esos territorios. El llamado de Jesús Clouthier Carrillo y sus críticas al presidente espurio y al gobernador de su estado, ambos emanados del PAN, nos dejan ver que mientras sea la misma camarilla en el poder la que gobierne, de nada vale azules, rojos, amarillos o verdes. Sin una radical democratización del país y el sometimiento de los interés particulares o de grupo en beneficio de los interés colectivos ningún partido, sea de la tendencia que sea, logrará cambios significativos en la política nacional. Otra forma de hacer política, otros políticos, y quizá otros partidos hacen falta. Estas alianzas no son ni contradictorias ni “aberrantes”, a lo sumo son encontronazos entre socios que buscan a toda costa poder sobrevivir en el marasmo político que caracteriza al país en estos momentos.
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Revolución Ciudadana


México ha entrado a una pendiente de violencia, crisis económica, política y ética. El país se derrumba ante nuestros ojos y los políticos en el poder solamente están interesados en elecciones y debates estériles en reformas que no solucionan nada. Vivimos un tiempo en que los fundamentos que dieron origen a esta nación han sido socavados por oscuros intereses que miran más al provecho personal, de grupo o facciones que al bien colectivo. Nuestra incipiente democracia ha terminado por sucumbir ante la sangre de miles de mártires, ciudadanos sin más, que son los verdaderas víctimas de la peor administración pública de los últimos años.

Se nos prometió trabajo, seguridad, paz, un país en que cada mexicano sin importar su condición social, género o ideología pudiera desarrollarse plenamente. ¿Qué hemos recibido a cambio? Millones de mexicanos en situación de pobreza, miles de ciudadanos masacrados en una guerra estéril que ha terminado por instalarse en lo cotidiano. Desempleo generalizado. Jóvenes a los que se les quita el derecho al a educación y a un futuro digno. Derechos humanos violentados con la complacencia de las autoridades. Instituciones públicas coligadas con lo más nefasto del oscurantismo ideológico y político.

Lo más lamentable de esta situación es que en el ánimo de la gente se percibe esta sensación de desarraigo. De saber que vivimos en un país que ya no nos pertenece. Un país manejado desde las grandes cúpulas que deciden los destinos de millones de ciudadanos. De un gobierno que hace oídos sordos a las demandas ciudadanas y vive inmerso en una farsa fabricada que intenta a toda costa hacer pasar como la verdad. Mientras los políticos reciben sueldos vergonzosos, gozan de privilegios e impunidad, el México real vive dolorosamente. Duele ver que millones de mexicanos apenas y si tienen algo que llevarse a la boca mientras nuestros políticos dilapidan cínicamente el erario público. El desencanto va ganando terreno y hoy los mexicanos ya no sueñan con un país con el cual identificarse.

Cuando este país surgió como nación independiente sus ideales eran la justicia, la igualdad y el derecho a vivir sin limitaciones o coerciones de ningún tipo. Nuestra guerra de reforma y nuestra revolución sentaron las bases para el laicismo, la república democrática y el poder del pueblo sobre la soberanía nacional. Hoy la democracia es una farsa y el poder del pueblo consagrado en nuestra constitución es letra muerta.

¿Cómo creer en una democracia en donde los puestos públicos son decididos por estructuras partidistas? ¿Cómo creer en una política en donde el dispendio de recursos públicos es la carta fuerte para comprar conciencias y votos? ¿Cómo creer a un gobierno que se lanza a una guerra sin importarle que la mayoría de las bajas provengan de la población civil? ¿Cómo creer en un ejército que supuestamente está para protegernos y es el principal violador de garantías y derechos humanos? ¿Cómo creer que existe estado de derecho si la impunidad protege a los que se amparan a la sombra del poder? ¿Cómo creer en unas leyes que son discrecionales y no sirven para hacer justicia? ¿Cómo creer en políticos enfrascados en puestos públicos sin importarles los genuinos intereses de la nación? ¿Cómo creer en una patria que es manipulada en contra del ciudadano?

La democracia en nuestro país no existe. Esta república no existe, porque solamente funciona para unos pocos. Si democracia es el poder del pueblo que protege y cuida sus propios interés a través de sus representantes, ésta es inexistente porque los intereses del pueblo son los últimos en tomarse en cuenta en las grandes decisiones políticas. Si una república es el espacio en el cual se da la convivencia social con paz y seguridad y respeto, esta no existe porque cada día el mexicano vive con la zozobra de su propia seguridad, atemorizado con la violencia generalizada y hastíado de la corrupción que carcome nuestro sistema de justicia. Si patria es el espacio imaginario mediante el cual un individuo se identifica con otros a través de sus costumbres y símbolos, esta tampoco existe porque el sentido de pérdida y de no pertenencia ha terminado por ser más fuerte que cualquier símbolo.

Este gobierno ha matado nuestros sueños, mata a nuestros ciudadanos, a nuestros jóvenes, a nuestras mujeres, a nuestros trabajadores. Lo mejor de nuestra nación es aplastado por un estado de cosas en el que el gobierno en el poder se muestra como incompetente y principal factor de este declive desastroso.

¿Si ya no es posible creer en nada, si hemos perdido nuestro país, nuestra nación, nuestra democracia y nuestra patria, que nos queda por hacer? ¿De dónde retomar algo de esperanza? La historia nos enseña que es el pueblo organizado en lucha quien hace los grandes cambios y sólo él puede lograr fundar bajo nuevos fundamentos la república y la democracia. Si ellos nos han arrebatado todo, todavía contamos con nosotros mismos. Si ellos hacen oídos sordos a nuestra demandas entonces gritemos hasta que nos escuchen. Solamente los ciudadanos podemos revertir este proceso de podredumbre que ha contaminado a todas las instituciones.

Nosotros los ciudadanos debemos y podemos hacernos escuchar. Si de aquél lado se han cerrado las puertas, de este lado debemos abrir nuevas. Si de ese lado reina el cinismo, la corrupción, la impunidad y el fracaso, de este lado demostremos que está la razón, la verdad y el ánimo por hacer las cosas bien. Si de ese lado su interés es el poder, el dinero y el privilegio, de este lado demostremos que nuestro interés es la república, la democracia y la patria. Si ellos no han podido conducir este país, que nos lo dejen a nosotros.

Esto no es por unos ni para unos cuantos. Es por todos. Ciudadanos somos todos y todos vivimos bajo el yugo de esta crisis que nos afecta por igual. Más allá de ideologías y de partidos políticos lo central es recuperar nuestra democracia. Erigirla con nuevos fundamentos renovados porque sólo así en una democracia real, efectiva y transparente todas las ideologías y todas las tendencias políticas pueden hacer valer su voz. En la actualidad izquierda, derecha, arriba y abajo no dicen nada. Solamente la voz del ciudadano comprometido puede decirles algo no a ellos, sino a nosotros mismos y las próximas generaciones. Si el poder ciudadano no actúa ahora estamos condenando nuestro futuro y el de quienes nos van a suceder. Condenamos a nuestros jóvenes y nuestros hijos a vivir en un país que no es suyo. Un país dominando por la corrupción y la violencia, la anarquía y la guerra.

Es momento de que tomemos las riendas de este país que nos han negado por muchos años. De volverle a dar un sentido a la palabra nación. Lo que no hagamos ahora se lo estamos dejando a ellos y a la postre sucederá el suicidio colectivo: un país sin ciudadanos, una nación sin nadie que se identifique con ella, una democracia convertida en negocio privado.

Es por ello que ante la crisis que vivimos declaramos la revolución ciudadana. No una revolución de armas ni disparos. Una revolución de conciencias activas. De la resistencia civil ante el poder que se niega a escucharnos. Esta revolución es de ciudadanos para ciudadanos. Una revolución civil que toma como sus banderas la razón, la justicia y la verdad y busca restaurar los principios de la democracia y la república, el estado de derecho y el respeto a los derechos humanos. Como ciudadanos todos tienen cabida en esta revolución porque es derecho y deber de todos los ciudadanos el incorporarse activamente en la transformación del país.

Lo llamamos una revolución porque queremos revertir el orden existente. No es posible reformar lo que ya no sirve, lo caduco, lo que se alimenta de la exclusión y la muerte. Es una revolución para reconstituir al país desde abajo, tomando en cuenta a sus hombres y sus mujeres, sus jóvenes, niños y sus ancianos. Trabajadores, estudiantes, políticos, empresarios, intelectuales, todos aquellos ciudadanos que ambicionen que este país mejore. Aquellos que están cansados de estrellarse contra la pared del autoritarismo y la cerrazón y piensan que merecen un país mejor que heredar a sus hijos. Debemos pasar de las lamentaciones y las quejas a las acciones. Descubrir esa gran verdad: que una democracia y una nación solamente son posibles cuando sus ciudadanos velan, cuidan y luchan por ellas.

Esta revolución no es pasiva, es activa. Cansados de discursos y promesas nos proponemos rescatar el poder y devolverlo a quien pertenece: a nosotros. Gritamos un enérgico ¡ya basta! y nos movilizamos para que nuestra rabia estalle en un amplio movimiento que enarbole todas las cusas y los credos, las ideologías y formas de vida. Nunca como ahora se hace necesario escuchar nuestra sabiduría popular que nos dice que es posible construir un mundo donde quepan todos los mundos.

Esta revolución quiere el poder para devolvérselo al pueblo, a la república y sus ciudadanos y por ello convocamos a quien aspira a un país mejor a sumarse a esta revolución ciudadana. A esos inconformes, rabiosos, desesperados, les decimos que aquí encontrarán otros ciudadanos listos para luchar. Listos para tomar en nuestras manos al país. La política debe subordinarse al sentir del pueblo, no el pueblo al sentir de la política. Esta revolución empieza ahora y se alimenta de tus propuestas.

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El PAN miente, las matemáticas no


Gracias al twittero @ivansioux se ha descubierto que en la página oficial del PAN en el DF los resultados de la encuesta sobre los matrimonios gay y su derecho a adopción son muy distintos a los presentados de manera oficial por su presidenta Mariana Gómez del Campo Gurza. De acuerdo con ésta el 53% de los citadinos rechazó el matrimonio entre persona del mismo sexo y un 46% lo avaló. Estos resultados son sacados de los 123 mil 738 cuestionarios aplicados en diversos puntos del DF.

En su página oficial se destaca también que se registró una participación de mil 624 vía telefónica, 8 mil 713 por medio de mensajes SMS y 987 mil 326 en internet. Sin embargo, de estos últimos registros no dan cuenta de cuánto fue el porcentaje de votación respecto a la preguntas planteadas. Es decir, que los únicos desgloses ofrecidos por el PAN son los de las encuestas físicas.

Como señalábamos, el twittero @ivansioux pudo acceder a los registros de la encuesta debido a errores en la misma página del PAN-DF que muestra el Index de la encuesta como se puede observar en la captura de pantalla:
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En el archivo encuesta.php con última modificación del día 20 de enero del 2010 encontramos los siguientes datos alojados respecto a las votaciones registradas y que se pueden apreciar en la siguiente imagen:
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Según estos registros se tiene un total de 475 mil 764 votos lo que representa el 46% de los 987 mil 326 reportados por el PAN-DF. De esta muestra destacamos que un total de 459 mil 672 respondieron SI a favor de que los homosexuales puedan adoptar hijos en contra de 16092 que votaron el NO lo cual refleja una clara ventaja por el SI de 443 mil 580 votos. Respecto al acuerdo o desacuerdo de los matrimonios entre homosexuales un total de 462 mil 578 votaron a favor, y 13 mil 186 estuvieron en desacuerdo. La diferencia es, por tanto, de 449 mil 392 a favor.

Finalmente, en la pregunta sobre la posible discriminación a hijos adoptados por homosexuales 458 mil 474 NO creen que puedan ser discriminados y 17 mil 290 SI lo creen. La diferencia es de 441 mil 184 votos.

En base a estos datos podemos sacar los siguientes porcentajes:

-De acuerdo en que las parejas homosexuales puedan adoptar hijos: 96%

-De acuerdo con los matrimonios entre homosexuales: 97%

-Cree que los hijos de homosexuales no serán discriminados: 96%

Suponiendo que el 54% restante respondiera las preguntas de manera favorable a la postura del PAN tendríamos que 533 mil 156, más los 46 mil 568 reflejados en la muestra de la captura de pantalla, daría un total de 579 mil 724 votos. Así el PAN obtendría una votación favorable de 58% respecto a un 42% que le sería en contra. Y repetimos, esto sólo si el restante 54% que no aparece en esos registros votara en su totalidad de acuerdo con las posturas panistas, lo cual desde el punto de vista estadístico, y mostrando una tendencia por arriba del 90% en una muestra de casi el 50%, es imposible. Con un 15% de ese 54% que vote en contra de la visión del PAN el resultado quedaría casi empatado en 50% para ambas posturas, pero esto sólo en la medida en que el casi 90% de rechazo a la visión del PAN de la muestra registrada se caiga hasta ese 15%, cosa nuevamente imposible, y cualquier encuestador serio lo puede corroborar.

Si la votación registrada en internet es desfavorable al PAN con un margen del 90% ¿podemos creer los resultados que ofrecen de las encuestas físicas? Sin duda, este análisis nos deja claro que por lo menos un gran sector de la población con acceso a internet rechaza casi de manera unánime el conservadurismo panista, y eso nos puede llevar a desconfiar, o por lo menos a ser escépticos –cosa saludable- respecto al triunfalismo del PAN con sus dudosas encuestas.

Last, but not least: El PAN mediante un comunicado dice que los datos descubiertos carecen de veracidad y algunos usuarios de internet alegan que son pantallazos falsificados. Sin embargo, aunque el acceso a esos datos ya fueron retirados de la red en el cache de Google se pueden consultar, lo cual es prueba de que no son imágenes falsificadas. En el cache de Google los datos varían ligeramente ya que se comprobó también que se podía seguir votando. Aun así los porcentajes y los resultados no varían gran cosa de los aquí presentados. Se puede consultar la base de datos del cache de Google aquí.

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CFE: las mentiras de los medios y el gobierno.



Vía Twitter nos hemos enterado de la gran cantidad de apagones que han sufrido los usuarios de la desaparecida Luz y Fuerza del Centro (LyFC) y que desde el 11 de octubre del año pasado, debido al decreto de extinción de la compañía por parte de Felipe Calderón, han tenido que vérselas con la ineficiencia que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha mostrado ante la desatención en el suministro de luz. Su imposibilidad de poder atender el vasto campo de usuarios que estaban bajo el control de LyFC es entendible si tomamos en cuenta que las zonas que cubría aquélla resultan ser de las más pobladas del país. Muchos de los técnicos de la CFE no cuentan ni con la experiencia ni la capacitación indispensable con la que sí contaban los trabajadores de la compañía extinguida. Las notas esparcidas en internet hablando de las muertes accidentadas de trabajadores de la CFE, las quejas contantes por apagones en colonias enteras a veces por días, las críticas y enojos ante la nula atención recibida en los teléfonos de atención ciudadana, son cosas que los medios callan y ocultan. En cambio, en radio, televisión y cine somos bombardeados constantemente por spots que buscan convencernos que la extinción de LyFC es lo mejor que pudo haberle pasado al país. Que nos ahorramos mucho dinero que esos flojos malgastaban. Que la empresa que la suple tiene reconocimiento internacional y sus usuarios gozarán de los beneficios de una compañía de primer mundo.

Como todo lo que ha transcurrido en estos tres años de gobierno de Calderón, el país del panismo gobernante solamente existe en la televisión y los espacios publicitarios. La realidad virtual construida desde los despachos de los mercadólogos y publicistas ha terminado por volverse la realidad real, si cabe usar la expresión. Todas las anomalías y los casos que contradicen ese mundo artificial confeccionado con efectismo publicitario son soslayados y ocultados. Apenas este jueves 14 de enero el periodista Ciro Gómez Leyva escribía en su columna en el diario Milenio perlas como las siguientes: “… la CFE entró al rescate y garantizó la continuidad del servicio eléctrico a más de 6 millones de clientes en Hidalgo, Puebla, Morelos, Estado de México y Distrito Federal. […] una empresa pública mexicana que en vez de lloriquear, culpar y hacer recuento de las insuficiencias, se puso a trabajar en serio”. Cuando uno lee este tipo de declaraciones no puede dejar de lamentar cómo un periodista ha dejado de serlo para volverse un simple lector de guiones distribuidos desde la oficina de la presidencia; un puro monólogo perverso que ni ve ni oye ni mucho menos le interesa investigar, como es labor ética de cualquier periodista que se digne en llamarse tal.

Cualquier dato real debe ser verificado aun en sus detalles más simples. En ocasiones basta tomarse la molestia de tomar un pequeño muestreo de lo que se intenta interpretar para obtener un juicio, si no verdadero en absoluto, por lo menos crítico y confiable. Apegarse a simples cifras oficiales expedidas por el gobierno ni es muestra ni es hecho absoluto para llegar a ofrecer juicios contundentes. Al contrario, es apenas el inicio del batallar de cualquier investigador, más para un periodista que tiene una responsabilidad social ante quien lo escucha, ve o lee.

El filósofo Karl Popper es conocido por diseñar una metodología científica conocida como “falsacionismo”, de acuerdo con ésta la consistencia de una afirmación –científica o verificativa- puede ser considerada aceptada si no es posible de ser falseada con un contra ejemplo. Es decir, que si cualquier proposición –como todas las golondrinas son blancas- no puede ser refutada con un contra ejemplo –alguna golondrina es negra- entonces ese juicio o proposición tiene un alto grado de veracidad.

Apoyándonos en la metodología popperiana vamos a utilizar un contra ejemplo para refutar las aseveraciones de Ciro Gómez Leyva y toda la camarilla de coristas del gobierno que lanzan loas a la extinción de LyFC pero se niegan a ver todos los problemas que han surgido a raíz de esa decisión ya a todas luces de corte político más que de reducción de costos como nos lo han querido vender.

Pues bien, ayer a medio día la colonia en la que vivo sufrió un apagón de casi cuatro horas debido a que se cambió alambrado y se repararon transformadores que estaban en mal funcionamiento. La colonia se encuentra ubicada en un populoso municipio del Estado de México. Lo más lógico es pensar que fue la CFE quien realizó los trabajos al tomar las responsabilidades dejadas por LyFC en esta zona. Pero, la sorpresa es que no fue la CFE la que realizó los trabajos de mantenimiento, sino una compañía privada de nombre “Servicios Integrales en Energía”, SERINE, por sus siglas. A continuación unas fotografías que logré tomar de los trabajos realizados.
















Como se podrá observar, los trabajadores no portan uniforme de la CFE. Cuentan con el equipo necesario para realizar su labor pero no son de la compañía de la CFE. Las camionetas que se distinguen pertenecen igualmente a esta empresa privada especializada en estos trabajos. Si consultamos la página de la empresa http://www.serineconstructora.com/ leemos que su servicio está concentrado en el estado de Yucatán. Su oficina matriz está ubicada en Mérida. A partir de este sencillo caso vienen las preguntas lógicas: ¿Si la CFE puede y ha logrado dar cobertura del servicio eléctrico en las zonas antes reguladas por LyFC, entonces por qué se están contratando empresas privadas para hacer labores de mantenimiento? ¿Si el argumento es que LyFC y el SME resultaban demasiado caros para el erario público, como es que se gasta en empresas privadas para hacer un trabajo que compete al Estado? ¿Cuánto está gastando el gobierno en estos servicios? ¿Por qué no se informa a la población de estas contrataciones?

Uno puede imaginarse el gasto que representa trasladar personal y vehículos desde un estado como Yucatán hasta el Estado de México; aparte los cobros por los servicios prestados. Si el gobierno usó de pretexto el supuesto dispendio de LyFC se contradice al apoyarse ahora en empresas privadas. Y el argumento de que eso es entendible por la enorme carga de trabajo que tiene que hacerse responsable la CFE solamente robustece la tesis de que la extinción de LyFC es un craso error que genera más gastos que los que supuestamente se iban a ahorrar. ¿Para qué eliminas una empresa pública por ineficiente si te vas a apoyar en otra de igual tesitura y aparte vas a gastar en apoyo privado? ¿No salió más caro el caldo que las albóndigas?

Con este sencillo contra ejemplo que pongo a consideración pública es más que suficiente para refutar el triunfalismo de Ciro Gómez Leyva y para poner en evidencia el verdadero trasfondo político que está detrás de todo el asunto del SME. Si el gobierno y los medios en verdad quieren convencernos de lo contrario que nos den el contra ejemplo, que dejen de hacer todo lo que refuta en los hechos lo que son incapaces de sostener en los discursos y los spots televisivos.
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"Primero me llamaron payaso, ahora soy un pensador peligroso".


Slavoj Zizek es un inusual filósofo con pasados de moda e inflexibles puntos de vista de izquierda. También ama los clásicos hollywoodenses. El académico de 59 años ha escrito más de 30 libros con temas tan diversos como Alfred Hitchcock, Lenin y el 9/11. Autoproclamado leninista, el pensador eslovaco cree que “el comunismo triunfará”. En su primer visita a la India en esta semana, Zizek habla acerca del capitalismo global Gandhi, Bollywood y budismo.






Ud se llama así mismo leninista, pero los medios occidentales lo llaman “rock star” y uno de los “hermanos Marx”. ¿Cómo reacciona ante tales etiquetas?

Con resignada melancolía. Ellos han intentado decir que soy interesante y provocativo, pero que no soy serio. Para ellos soy un mosco que molesta y provoca pero el cual no debería ser tomado con seriedad. Aunque, últimamente, han estado presentándome como alguien más teatral. En los últimos dos años el tono ha cambiado. Primero, donde ellos decían que era un bromista al estilo de los “hermanos Marx”, ahora dicen que soy el más peligroso filósofo de Occidente. A mí no me preocupa.

Tampoco se preocupa cuando afirma que glorifica la violencia política.

En un sentido abstracto yo me opongo a la violencia. Pero nadie está actualmente contra la violencia. Mire a los budistas. Ellos te dicen que no debes de matar, pero entonces tienen todas las excepciones. Durante los años 40’ uno de los grandes filósofos zen escribió artículos justificando la invasión japonesa de China, pero también dando consejos de cómo la iluminación budista te permite matar sin culpa.

¿Cómo puede despachar el budismo tan fácil? Es la religión con más rápido crecimiento en el mundo.

En Occidente, el budismo es la predominante nueva ideología. Las cosas son tan inestables y confusas que con una especulación puedes perder millones de dólares en un minuto. El único que puede explicar esto es el budismo el cual te dice que todo es una apariencia. Eso explica por qué el Dalai Lama es tan popular en Hollywood.

Ud ha sido también crítico de Gandhi. Lo ha llamado violento. ¿Por qué?

Es crucial para ver la violencia que es hecha repetidamente para mantener las cosas como son. En ese sentido, Gandhi fue más violento que Hitler.

Bastante gente encontraría ridículo el imaginar que Gandhi fue mucho más violento que Hitler. ¿Es ud serio cuando afirma tal cosa?

Si. Aunque Gandhi no apoyó el asesinato, sus acciones ayudaron a que los imperialistas británicos permanecieran en la India por mucho tiempo. Esto es algo que Hitler nunca buscó. Gandhi no hizo nada por detener el modo en que el imperio británico funcionaba aquí. Para mí, eso es un problema.

Yo creo que ud no tiene respeto por Gandhi, el cual es una gran figura en este continente.

Respeto eso. Pero yo no lo respeto a él por sus métodos pacifistas, vegetarianismo, etc. No me interesa eso. Pero Gandhi de algún modo logró llevar a cabo su principal actitud con un espíritu pragmático. Es muy difícil mantener un balance. Pero, de nuevo, siento que Ambedkar fue mucho mejor que Gandhi. Mi sentencia favorita de Ambedkar es “sin casta, sin parias”. Estoy a favor del radical enfoque de Ambedkar sobre la cuestión de las castas.

En su nuevo libro “First as Tragedy, Then a Farce” ha analizado la reciente crisis financiera. ¿Ve esto como una oportunidad para la izquierda?

No les creo a mis amigos izquierdistas quienes dicen que es una maravillosa oportunidad para la izquierda. Esa es la tragedia de la izquierda. Puede haber cientos de protestas contra el capitalismo global, pero no una propuesta alternativa. Una gran mayoría de los izquierdistas todavía quieren un capitalismo global con rostro humano.

Usted es un filósofo de izquierda que ama a los clásico Hollywoodenses. ¿No ve una contradicción en eso?

Hollywood es ambiguo pero esto es análisis de valor. Los productos de Hollywood son los mejores indicadores sobre dónde nos estamos moviendo en nuestra ideología colectiva. Si miras a la realidad ésta es confusa, pero en Hollywood tú consigues la versión destilada de la realidad. Al mismo tiempo, en la marginalidad de Hollywood tú encuentras directores tales como Robert Altman y Woody Allen. Si ignoras a Hollywood terminas por copiar lo peor de Hollywood.

Parece ignorar a Bollywood.

Es por lo que estoy aquí. Es caótico y demasiado colorido para nosotros, pero me gusta esta experiencia. Es un tipo de narrativa diferente. Es como la pintura medieval en donde no puedes hacer una distinción entre primer plano y fondo. Me gusta incluso el falso Bollywood como Slumdog Millionaire. Primero me resistí a la película, pero me gustó cómo presenta la brutalidad de la vida. Esto es algo inimaginable en Occidente. Es una historia feliz no obstante los restos de realidad. En Occidente, una buena historia feliz no puede ser combinada con la brutal realidad social.

¿No vino sólo a ver películas de Bollywood, verdad?

No, estoy aquí para estudiar cómo el sistema moderno como la industria IT in Bangalore, y el tradicional modo de vida coexisten en medio de las contradicciones de la globalización. Tengo más esperanzas en la India que en China. En China somos testigos del nacimiento del capitalismo autoritario. Eso es bastante escabroso.

*Entrevista publicada originalmente en India Times.

*Traducción: Marcos Acevedo.

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El pseudo-izquierdismo



Desde hace algunos años el espectro político nacional se ha modificado radicalmente. Después de la derrota del PRI como partido hegemónico y la posible apertura de la democracia, se fracturó el ambigüismo político que el priísmo sostuvo en lo ideológico. La consecuencia de esto fue que por primera vez en la historia política reciente aparecieron en el escenario nacional las dos principales fuerzas antagónicas que bajo el yugo del PRI estuvieron siempre en las sombras: la izquierda y la derecha. Nunca como antes –y quizá con la misma fuerza que en los tiempos del reformismo- habíamos asistido a un claro embate entre dos proyectos políticos radicalmente distintos que buscan asentar su poder y su presencia. Y esto fue más obvio después de las pasadas elecciones presidenciales, en donde el país se dividió entre izquierdistas y derechistas.

La derecha en el poder ha tendido a incrementar su fuerza y a cumplir sus proyectos políticos a veces con la comparsa del PRI y aprovechándose de las debilidades de la izquierda. Para muchos analistas políticos es claro que la izquierda se encuentra en una terrible crisis, el divisionismo y sectarismo al interior de la misma izquierda ha erosionado cualquier intento de construir un proyecto político viable de gran envergadura que pueda contrarrestar el avance de la derecha. Sin embargo, más allá de los problemas internos del izquierdismo –que son bastante obvios- el problema neurálgico de la crisis de la izquierda nacional –y posiblemente, también, de la internacional- se encuentre en la característica esencial que define y da sentido a la izquierda como tal.

Históricamente la izquierda nace como un proyecto de masas que intenta utilizar el poder político para beneficiar al conjunto de la sociedad, principalmente al sector de los trabajadores y los pobres, o en su acepción clásica, al proletariado. La derecha, por el contrario, siempre ha estado ligada con los grupos de poder, beneficia a los detentores del orden económico y tiende a expandir sus beneficios y privilegios a costa del resto de la sociedad. Así, la derecha vela por la plutocracia o la clase de los ricos. Desde sus orígenes, la izquierda se ha nutrido de los movimientos sociales, lo cual implica la participación política de sus adherentes. Mientras que la derecha no necesita que sus simpatizantes realicen activismo político, la izquierda sí.

Esto es así porque la derecha al ligarse con los intereses de la plutocracia cuenta con recursos económicos suficientes para llevar a cabo sus proyectos. Periódicos, radio, televisión, propaganda masiva, intelectuales orgánicos, grupos paramilitares, sobornos, son las estrategias que ocupa el derechismo para mantenerse en el poder.

La izquierda en toda su historia nunca ha contado con recursos equiparables a los de la derecha para solventar su proyecto político, por eso siempre ha tendido a apoyarse en el movimiento de masas y en el activismo de sus seguidores. Y cuando hablo de activismo político me refiero a la lucha política directa que se da en las calles, en las manifestaciones, en la creación de comités, en las huelgas, el volanteo, la resistencia civil, y en última instancia, en la revolución.

El activismo político subsana las carencias que caracterizan al izquierdismo. De ese modo a la manipulación de los medios coludidos con el derechismo, el izquierdismo opone el debate público y callejero, la información y concientización de las masas en su relación directa, sea en el camión, la calle, la fábrica, la escuela, etc. A la utilización de la fuerza policiaca o militar opone la resistencia civil, los mítines, las huelgas. La razón de ser de la izquierda, su esencia y vigor está por ello inevitablemente conectado con la lucha social directa.

No es extraño, por ello, que la derecha, tras décadas de enfrentamiento con la izquierda sin poderla vencer del todo, haya optado por atraerla hacia el único lado en donde la puede tener controlada y restarle su fuerza: el partidismo. Esto sin menoscabar todas las luchas que enfrentó la izquierda para su reconocimiento en el espacio político. Sin embargo, cuando la izquierda dejó de estar proscrita y perseguida y se organizó en partido político, estaba rompiendo con el elemento primordial que le insuflaba vida: las masas. Al entrar en el orden democrático-legal, la izquierda ya no podía recurrir a la lucha callejera, al activismo político directo. Con su nuevo status, el partido de izquierda reconocía que ahora la lucha por llevar a cabo su proyecto político ya no estaba en las calles, sin en las cámaras, en los acuerdos y consensos del juego político. Muy tarde habría de reconocer el izquierdismo que las simples reformas no bastaban, o que el acceso al poder sólo podía introducir ciertas mejoras en los trabajadores en tanto no afectaran sensiblemente los intereses de la plutocracia. El surgimiento de las dictaduras en Latinoamérica y los fracasos y pérdida de popularidad de los partidos comunistas y socialistas en Europa son el más claro ejemplo de ello.

¿Qué efectos tuvo todo esto en el izquierdismo en general? En primer lugar, la izquierda deja de lado a la base que la sostenía. El reformismo al que se inscribió la izquierda, al estar desgajada de los movimientos sociales, devino pronto en lucha de interés entre facciones al interior de los partidos. En lugar de un movimiento general de masas, la izquierda se fracturó en movimientos de masa clientelares: cada fracción se apoya en un grupo-masa, y no necesariamente los intereses de ese grupo-masa se empatan con los de otro grupo-masa. En segundo lugar, estos mismos grupos-masas utilizan su fuerza para venderse a la fracción que más pueda aportarles beneficios. Es un clientelismo circular. La homogeneidad de la lucha social, el interés y la solidaridad común se pierden y en su lugar adviene un simple utilitarismo de las estructuras del partido de izquierda para alcanzar beneficios particulares o grupusculares.

Lo anterior conlleva necesariamente al debilitamiento de la izquierda, puesto que los beneficios que puedan obtener las fracciones y sus grupos-masas están en relación con los logros electorales que puedan conseguir. La izquierda, a diferencia del PRI y del PAN no cuenta con una presencia política amplia, y esto fue muy claro en las recientes elecciones intermedias, en donde la presencia nacional de la izquierda disminuyó respecto a las elecciones presidenciales. No se necesita mucha ciencia para darse cuenta que si la izquierda pierde fuerza, sus grupos-masa la abandonan para irse con el mejor postor. En el Estado de México, Peña Nieto utilizó esa debilidad de los gobiernos de izquierda para poder satisfacer a sus grupos-masa, y utilizó vastos recursos económicos para atraerlos hacía su redil.

La tercera consecuencia negativa se encuentra con la percepción misma de la izquierda. Al enfrentarse directamente las fracciones evidencian ante la opinión pública una falta de programa, objetivos y coherencia. Los pleitos entre las fracciones son utilizados por los medios de comunicación coludidos con la derecha para rebajar la imagen del izquierdismo, lo cual hace que aquellos que de alguna u otra forma simpatizan con la izquierda empiecen a rechazarla y buscar otras opciones políticas. Más allá del apoyo mediático, ¿no es casualidad que mientras se debilita la izquierda crecen los partidos oportunistas como el Verde ecologista?

La cuarta consecuencia se relaciona con la llamada cultura de izquierda. La izquierda en sus orígenes y en sus luchas más importantes fue siempre organizadora y comparsa de movimientos sociales amplios. Esto daba como resultado que aquel que se declaraba de izquierda o simpatizante de la izquierda asumía el compromiso y el activismo político como cosa evidente. Durante sus años de gloria, los izquierdistas no se cuestionaban si debían comprometerse y participar activamente en los movimientos sociales, al contrario, lo veían como una necesidad. Era entendible que ante el embate y el poderío económico de la derecha la única vía posible de lucha eran los movimientos políticos de masas. La práctica política implicaba por ello una cultura de la izquierda, pues los movimientos populares se nutrían de la lucha política directa, la lucha económica y la lucha ideológica. No bastaba con asistir al mitin, reforzar la huelga o repartir el volante. Los izquierdistas también discutían, creaban e innovaban modos de vida distintos a los del poder dominante. La cultura con letras mayores era parte esencial del izquierdismo. La cultura de izquierda implicaba nuevas formas de hacer cultura, un alto grado de conciencia política que se fundamentaba en la lectura y el debate de textos críticos y políticos.

Cuando el izquierdismo entra en la escena democrático-legal y se ve obliga a prescindir de los movimientos populares, el nuevo izquierdista que se va formando ya no ve la lucha política directa como una necesidad. Basta votar por el partido y que luego éste haga su trabajo en las cámaras. El nuevo izquierdismo no conoció ni se involucró con los movimientos sociales que antecedieron al partido político. Para los nuevos izquierdistas –que de aquí en adelante llamaré pseudo-izquierdistas-, la izquierda era un partido político más cuyo programa podría interesar en la medida que reflejara los gustos o intereses. El izquierdismo se vuelve así una etiqueta. Y esto también fue culpa de la izquierda misma devenida en partido, pues al desligarse de las masas abandonó el cuidado de la concientización política que fructificaba en la lucha popular.

El pseudo-izquierdista, a diferencia del antiguo izquierdista, ya no se compromete políticamente, no ve ninguna necesidad en la organización popular ni en la lucha política directa. Mientras el izquierdista antiguo a veces resultaba golpeado, apresado o perseguido, y tenía cuidado en declarase comunista o socialista. El nuevo pseudo-izquierdista con toda comodidad puede fácilmente decir que es de izquierda y retirarse tranquilamente a su casa beber Coca-Cola mientras sintoniza algún programa de moda.

El antiguo izquierdista leía a los clásicos del socialismo, el anarquismo, las teorías críticas; escuchaba música latinoamericana o de protesta; leía los clásicos occidentales y latinoamericanos; se interesaba por el arte “revolucionario”. Hoy es totalmente difícil que algún pseudo-izquierdista conozca la doctrina de Lenin, los planteamientos teóricos de Sartre, André Gorz o Marcuse. ¿Sabrán quién fue Vicente Lombardo Toledano, Valentín Campa, Heberto Castillo, José Revueltas? Orgulloso de sí mismo el pseudo-izquierdista es un férreo defensor del anti-intelectualismo, pues las lecturas políticas son para él prescindibles y si quiere “analizar” la política basta –siguiendo la moda posmoderna- con dar sus opiniones y puntos de vista que considera argumentos irrefutables sin ningún sustento teórico. En lo comunicativo, el pseudo-izquierdista tiene su representación en los “comentaristas” del programa de Tercer Grado de Televisa, en lo político sus representantes son los llamados chuchos, quienes vilipendian y critican cualquier movimiento social que surja y se organice fuera del partidismo.

El pseudo-izquierdista es consumista de programas norteamericanos, de video-juegos, de literatura de vampiros y detectives o de los clásicos posmodernos como “El código da Vinci”. Escucha música alternativa, practica el vegetarismo y usa el internet para quejarse de la política y del maltrato a los animales. En lugar de los mítines y las reuniones políticas, está a la caza del los conciertos de los grupos de moda. En términos generales, el pseudo-izquierdista vive la cultura del ocio y el consumo y su referente cultural inmediato es toda la cultura pop de EUA. Con esto no estoy dando a entender que debamos volver a escuchar a Silvio Rodríguez, Víctor Jara o Alí Primera –aunque en otro sentido sería bueno que se retomaran- sino dejar claro que la izquierda también lucha por una cultura alternativa, diferente, que rompa la cultura hegemónica sustentada en el ocio y el consumismo. Los mismos procesos sociales van creando nuevas forma de cultura. El boom de la novela latinoamericana no se entiende sin sus referentes políticos. La izquierda también está en crisis porque no está ofreciendo una cultura que sea de izquierda, esto es, opuesta a los valores y gustos estéticos promovidos por los grandes medios de comunicación.

Para el pseudo-izquierdista los movimientos sociales que de repente brotan en el país, en lugar de conmover y de suscitar el apoyo, causan hilaridad. Se vuelven objeto de la mofa y el sarcasmo en foros virtuales. Se desacraliza a los líderes sociales y se le llama loco –o mesías- a quien no sigue el juego de la lucha democrático-legal. El pseudo-izquierdista lanza críticas contra la izquierda, pero no hace nada para crear una izquierda alternativa. Sin formación en la lucha política, cree firmemente que basta con satanizar, ironizar y enjuiciar para que una nueva izquierda surja como por generación espontánea. Esos mismos pseudo-izquierdista son los que indignados contra la izquierda, promovieron y votaron en blanco, pues acostumbrados a la inacción política consideran que con un simple anulación los políticos van a tomar conciencia y a recomponer las cosas. El hartazgo político logra su catarsis en anular una boleta.

El marasmo de la izquierda nacional está estrechamente relacionado con el hijo que formó: el pseudo-izquierdista. Ese izquierdista de nombre y etiqueta que para nada le importa la política, y cuando lo hace es para amenizar las charlas de bar y café. Con esa base de apoyo, se puede entender por qué la izquierda está en crisis y lo más probable es que desaparecerá del mapa político.

Pero también hay esperanzas, porque si bien la izquierda está en crisis no es menos cierto que la crisis sólo afecta al izquierdismo faccioso y partidista. Afortunadamente, al lado de esta debacle, se ha conformado un verdadero movimiento de izquierda que retorna a su esencia y orígenes: la lucha popular y política directa, el activismo político y la organización de masas. El izquierdismo de partido y del juego democrático-legal está por fenecer, y junto con él sus hijos bastardos: los pseudo-izquierdistas. Ya hay en la calle quien discute y hace resistencia civil, quien se opone y lucha abiertamente por mejorar a los que menos tienen. Dejando las mofas y los sarcasmos, el pseudo-izquierdista bien podría retirarse a seguir viendo sus programas de TV, a ensimismarse con sus audífonos estéreo y sus novelas de brujos o conspiraciones. En la calle otros hacen la historia.

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Estamos jodidos!





En un comparativo económico que hizo recientemente el Economist, se tasa el tiempo necesario que un trabajador medio necesitaría invertir para comprar una Big-Mac, esto con el fin de revelar el poder adquisitivo de las sociedades y su nivel de desarrollo económico.

Ya lo sabemos, estamos jodidos, y mientras en Chicago o Tokio se necesita invertir 15 minutos de su tiempo para comprarse la Big Mac, en México necesitamos cerca de 130 minutos.

Un comparativo lúdico, pero que demuestra que el país se hunde en su peor crisis, mientras a los políticos y sus ciudadanos les da igual. Ni en uno o en otro se ven iniciativas de recomponer la sociedad en su conjunto. En unos porque su interés es particular o responde a grupos de poder. En los otros por la indiferencia, la apatía y la dejadez.

Nomás cuando surga el México Bronco, no se espanten. Recuerden que no se hizo nada para contenerlo. Y a como van las cosas en las que según datos duros el 51% de la población ya vive en situación de pobreza, no es de sorprender que cuando esa línea rebase el 60% las manifestaciones de inconformidad empezarán a aparecer por doquier.

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La pornografía de la espectacularidad mediática


Con la reciente cobertura de la epidemia de influenza, los medios de comunicación se han dado un gran festín informativo, logrando revelar la sustancia que los acompaña en la llamada sociedad de la información. De entrada, el término sociedad de información se refiere a una situación histórica en donde son los medios de comunicación de masas (periódicos, radio, televisión, internet, etc.) quienes ofrecen al ciudadano los canales para situarse en el día a día de su época. Informarse es tomar conciencia de los hechos relevantes que han sucedido en el diario acontecer y en donde el individuo queda integrado como un apéndice más. Atascados por el mundo de las informaciones y las noticias, nos sabemos sujetos en tanto somos partícipes, directa o indirectamente del hecho que se resalta en la nota principal. El ansia de comprenderse históricamente reposa ya no en la comprensión meditada, pausada y razonada de los acontecimientos, sino en la narración rápida, articulada, diseñada y argumentada de los medios de comunicación. Al individuo sólo le queda posicionarse en el devenir de la narración para concientizarse como ser histórico y copartícipe de esos hechos. Para lograr esa integración histórica, la noticia necesariamente tiene que ser espectacular.

En ese sentido, la espectacularidad de las noticias responde a la misma lógica del acto pornográfico. Por lo que la saturación de información que se da en la espectacularidad de la noticia no es otra cosa sino la puesta en escena de un acto pornográfico a gran escala: es la orgía de la comunicación. Pornografía y espectáculo mediático comparten la misma estructura aun cuando sus fines son distintos. Al igual que cualquier escena porno, el sujeto presencia algo prefabricado, elaborado y guionizado. Al contemplador no le queda más que agregarse en la recurrencia de la escena para hacerse coparticipe y lograr el fin de todo el acto: la excitación. En el porno el sujeto se integra a las escenas para ser un actor posicionado desde fuera y con ello lograr esa sensación de co-pertenencia. En la información de las noticias el sujeto se integra igualmente como coparticipe externo para encontrar su lugar en el todo de la situación. Si para el porno el fin es la excitación del sujeto como participante sexual virtual, en el espectáculo informativo es la toma de conciencia de lo histórico del hecho y que fija una posición dentro de esa historicidad de la cual informa. Por eso el espectáculo informativo hace uso de todas las técnicas del del porno.


Así, en una típica escena pornográfica la cámara busca todos los ángulos posibles para mostrar el hecho; nada escapa a su mirada y cada resquicio es encuadrado y mostrado sin ninguna medida; satura el lente con tomas cercanas, engrandece a pantalla completa los órganos sexuales en su frenética fricción. El plano a fullsecreen es el marco en el cual el desarrollo de las acciones cobra un sentido. Los medios de comunicación saturan también de hechos, nos dan todos los ángulos de la noticia, nos ofrecen un recuento puntual y detallado de todo lo involucrado. Magnifica y engrandece lo que pueda causar el shock de la co-pertenencia histórica. De ahí que esa espectacularidad de que están dotados el porno y las noticias produzca a su vez fascinación y rechazo, aceptación y crítica, escándalo o complacencia.


El lado opuesto de lo espectacular está implícito en lo espectacular mismo. Puede mostrarse como crítica, rechazo o censura. Lo censurable de la pornografía no consiste en mostrar el acto sexual en sí desligado de cualquier atavismo o simbolización, sino en magnificar ese específico acto sexual, de dotarlo de un aire de espectacularidad y grandeza que tiende a posicionarlo como lo sexual por excelencia. La espectacularidad en lo porno, y al mismo tiempo su escándalo, consiste en hacer del acto sexual pornográfico el único acto sexual válido y posible. Esto conlleva a la fascinación o al desprecio absoluto, y como correlato focal, la indiferencia. Pero esta indiferencia no es algo neutral, un vacío que pierda contacto con el hecho. Por el contrario, esta indiferencia es el resultado de una sobresaturación: sobresaturación de la fascinación o del desprecio. La indiferencia es un estado psicológico al que tiende indefectiblemente el abuso o la parquedad. Indiferente es aquel que se ha saciado como el que se ha privado.


En el espectáculo informativo la fascinación que ejerce logra su cometido cuando crea la conciencia de la historicidad. Su impacto se mide por la uniformidad en el decir y el hacer de la sociedad informada (por ejemplo: el uso masivo del cubre boca, el hecho de que casi todos conocen los síntomas de la enfermedad o que se hacen bromas e ironías al respecto). Pero esta fascinación crea, al igual que en el porno, su acto de censura cuando al magnificarse se ofrece como la única interpretación histórica posible. Ya no es una variable en el decurso histórico, sino que es la historia misma. Y es cuando emerge también dentro de ella su rechazo, su crítica y su censura como escándalo. Y así como en el porno hay defensores y detractores, en el espectáculo informativo se cuelan las teorías o interpretaciones que cuestiona la validez de su espectacularidad como la historia misma (ejemplo: las teorías conspiracionistas o las críticas del abuso en el manejo de la información).


Pero en ambos casos, tanto en el porno como en el espectáculo informativo, todo tiende a la indiferencia. La misma escena repetida hasta el cansancio, hasta hacernos aprender de memoria todos los pliegues y recovecos de los cuerpos enfrascados en el acto sexual, pierde su atractivo, y es por saturación que se vuelve uno indiferente. Con las noticias, después de habernos fascinado con todos los hechos, después de reencontrarnos y posicionarnos en todos los pliegues de la información ya sea por complacencia –seria o cómica-, o por crítica y censura, perdemos el interés. En el porno la saturación lleva al desvanecimiento sexual, a la pérdida de la libido. En el espectáculo informativo la sobresaturación nos hace aburrirnos de notros mismos al descubrirnos innumerables veces en la misma situación, como verse reflejado en el espejo haciendo siempre el mismo gesto. Cuando la información ya no ofrece nada para nuevas gesticulaciones, terminamos indiferentes. La indiferencia es por tanto un elemento interno y esencial para el buen funcionamiento de lo espectacular, sea en el porno o en las noticias. Sin la indiferencia como fin y punto de partida del acto espectacular lo espectacular mismo no tiene cabida. La espectacularidad y saturación en el porno y la noticia engrandecida arranca de la indiferencia y nos arrastra hacia ella.


Se hace necesario entonces otro acto sexual, con otros actores, otros cuerpos en movimiento para despertar la libido. El atractivo no está en las posiciones o las variantes, de las que se sabe mucho incluso, sino en la apuesta de encontrar esas mismas posiciones ejecutadas por alguien distinto. Al mismo tiempo, descubrirnos en esos otros cuerpos y rostros como un nuevo sujeto sexual renovado y con una novedosa práctica del sexo. Y en el espectáculo informativo pasamos de un hecho magnificado a otro. De una noticia a otra. Lo importante no es la utilización obscena de los hechos, su repetición programática y esquemática, sino el saberse encontrar en una situación distinta, en un momento histórico nuevo. No es lo mismo ser un sujeto histórico co-partícipe de una epidemia, que del desplome de un avión de un secretario de gobierno. En ambos casos, el individuo se descubre distinto, en una forma variada de ser y estar. Es una forma de vivir la historia y ser componente y co-partícipe de ella. Por ello, tiene una gran profundidad aquél cliché que dice: ¿Dónde estabas cuando mataron a Kennedy? Que puede adoptar diversas variantes y articularse con la idiosincrasia de donde se ubique el entramado histórico-social. Para las grandes masas desligadas y simples contempladoras de los hechos trascendentes de la historia, la espectacularidad mediática es la única forma de integrarse en el acto de creación del hecho histórico. Los grupos reducidos de cualquier índole que siempre se han tratado de diferenciar de la masa, por rebote, y porque las masas son la mayoría, terminan por seguir el mismo juego. Aunque es de estos grupos de donde emerge el aspecto negativo y opositor de lo espectacular que nos llevará a la indiferencia.


Así que entre los complacientes y los detractores de la reciente orgía informativa, nos encontramos todos, pues en algún momento a todos nos alcanzará la indiferencia. Y nuevamente nos reencontraremos ante el hecho histórico de moda anunciado con bombo y platillo por las grandes medios de masas. Ahí nos veremos, porque de morbosos y narcisistas todos tenemos un poco.

Nota: imagen hecha por Karry tomada del blog "Licuadora de cómics".